Nosotros siempre buscamos el amor ideal, la relación ideal. A veces solo tenemos intentos fallidos o, a lo sumo, relaciones “calientes”. Pero, cuando algo no anda bien, casi siempre culpamos al otro. Ya sea, porque no nos ama suficientemente o porque no cumple nuestras expectativas. Pero, ¿el amor pide de verdad algo a cambio?
Me enamoré. Cuando camino, me siento flotar, sonrío a todo el mundo y la cara de mi amado me aparece en la mente más veces que la pregunta: ¿Que ropa me pongo mañana? Es muy claro. Estoy muy enamorada.
Nos conocimos hace mucho, pero no tuvimos coraje para hablarnos. Nos hemos encontrado anoche y valió la pena. La primera vez fue exactamente como lo soñé. Pero, inevitablemente, en un momento dado, el se fue y yo también. Y hoy ya es otro día.

¿Encontraste otra vez tu alma gemela?
Me desperté en la mañana embriagada por estos recuerdos y su imagen me aparece constantemente, por todos lados. Estoy contenta, feliz, tranquila. Fue exactamente como me imagine. A medida que pasa el tiempo, me siento más y más enamorada. Y es tan lindo sentirse así. ¡Pero, espera un momento! No me pidió mi número de teléfono, no arreglamos nada para salir otra vez. Pero, quedo encantado, estoy segura. Sé que hoy me va a sorprender.
Lo siento. Me llamará o vendrá con un gran bouquet de flores o, me bajará, porque no, aun la Luna del cielo. Y seguro que será hoy mismo. Porque ha disfrutado mucho conmigo, lo sé. Pero, ¿si no ha quedado tan encantado? Ya es la hora de almorzar. Debió haberme llamado ya. Estoy dudando, creo que no es mi alma gemela. No se. ¿Sabrá que pienso en el? Por lo menos trataré de transmitirle telepáticamente mi numero de teléfono: 07…..07…
Ya es tarde. Seguramente, no quedó tan encantado como pensé. ¿Que hago ahora, que me enamore de él? Sabía que no valía la pena. Claro que no le gustó. Tenía que haberme llamado ya, teníamos que haber programado algo para este fin de semana, para la semana que viene, tenía que, tenía que…. Claro, sé que no vale la pena enamorarme de él. No quiero sufrir. Y como él no llamo todavía, seguro que voy a sufrir.

Si no te ilusionas, seguro no vas a ser desilusionada

Me tiro en la cama y rechazo cualquier inquietud. Pasa un minuto, dos, diez. Me relajo y no pienso en nada. Bruscamente, vuelve a mi mente todo lo que el amor me enseño hasta ahora, y la promesa que me hice a mi misma, de no volver a sufrir nunca más.
Pero, eso no significa que no voy a enamorarme más. Es más, no quiero solo estar enamorada de él. El es el hombre de mis sueños. Me decido ir a más. Quiero AMARLO. Y dejo que el amor me inunde el alma. Todas las inquietudes se van. Me doy cuenta que lo que siento, lo sentí siempre y no lo reconocí por miedo a sufrir. Pero ahora lo acepto.
¿Que estoy aceptando?  El hecho que amo su sonrisa, su manera de hablarme, su mirada penetrante, su voz, sus caricias, su humor y su inteligencia, todo lo que él significa y me incitó durante tanto tiempo. Y, empiezo sonreír. Acaso, ¿no es una suerte amar? ¿Porque tengo tanto miedo? Es verdad, no me pidió mi número de teléfono y tampoco acudió a mi puerta, pero puede ser que lo haga mañana, u otro día, o nunca. Estaba encantado conmigo, es cierto, porque lo sentí así. Pero, ¿como puedo culparlo? Que fácil sería renunciar a él como siempre y decir que es solo su culpa.

Tienes que elegir siempre “éste momento”

Pero, ¿porque me engaño? Sé que la verdadera lucha todavía no empezó. Y no con él, sino conmigo. Con mis inquietudes. Con el deseo de controlar todo, con mis celos excesivos, con mis propias desilusiones, creadas por mis ilusiones. Debo luchar contra todo esto y sé que mi única arma es el amor. Y, el amor, junto con el deseo de ser una persona mejor, de transformarme, esto me ayudará a ganar. Solo de este modo podré sentirme libre. Y entonces me pregunto de nuevo, ¿como podría juzgarlo?  ¿Y porqué espero tanto de su parte, porque le pido que se comporte siempre como yo quiero, porque culparlo por todas las cosas que espero que haga y no hace? Si me comporto de esta manera, ¿quizás significa que lo amo más?
Y pienso y repienso. Y digo. Existió antes, existirá después, pero lo más importante es que existe “ahora”. Antes de nuestro encuentro tenía tantas esperanzas, tantas expectativas. Después, me fui desilusionando porque él no hizo nada de lo que yo esperaba. Pero “en ese momento” era todo lo que yo deseaba. Y fui muy feliz realmente. Entonces, ¿el hacedor de tanta felicidad no merece todo el amor del mundo? Elijo no sufrir más. Elijo permanentemente solo el momento presente. Me decido a vivir solo “el ahora”. Porque solo el amor aquí y ahora significa felicidad.
Y ¿que pasa si no llama mañana? Será su opción, la mía es amar. Y me asombro de sentir un profundo agradecimiento por los inolvidables momentos que hemos vivido juntos. Quizás vivamos otros o no. Pero mi alma se encuentra en paz y mi amor aun está vivo.

No esperes nada a cambio, solo ama
Todos preferimos recibir NO dar, cuanto más rápido, más fácil y mayor cantidad, mejor. Siempre necesitamos más confianza, más seguridad, más muestras del otro. Cuando las cosas no se dan como esperamos, aparecen las dudas y la pregunta: ¿No me amará más? Y evidentemente nos desilusionamos y dejamos de verlo como “el elegido”. Tomémonos un momento y preguntémonos: ¿Significa que no me ama si no lo hace como yo quiero?
Quizás no nos damos cuenta que en nuestra carrera tras el hombre ideal, atribuimos y proyectamos sobre cada nueva persona que conocemos todos nuestras expectativas y deseos. ¿Cuántos de nosotros nos podríamos considerar perfectos? Al volcar nuestras expectativas y deseos en el otro creamos un espejismo que inevitablemente nos termina desilusionando. A esto le llamamos enamorarse. Pero, el amor nada tiene que ver con esta “mezcolanza”. El amor ni pide ni espera nada a cambio. El amor se ofrece así nada más y su única dirección es hacia lo alto. Siempre.

 

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